Nikon Zf

En mis comienzos en fotografía y después de un breve período utilizando un cuerpo de cámara Konica TC con un par de objetivos, normalicé mi equipo con cámaras y ópticas de Nikon. En los años setenta del Siglo XX no existían las dudas que puedan haberse dado tiempo después por lo que respecta a la elección del equipo. Si uno podía permitírselo (o también si no), sólo Nikon ofrecía un sistema de cuerpos de cámara y gama de objetivos sin limitaciones de ningún tipo. Así y hasta la llegada de la fotografía digital, mi equipo de 35mm estuvo formado por una F2 Photomic A, una FM y una FM2 com motor MD12. Al equipo de Nikon se añadió más tarde una Hasselblad X-Pan. Todas ellas equipadas con diversos objetivos.

En digital, empecé con una D70, seguí con la D700 y terminé con la D610. Si digo terminé es porque hace unos años sucumbí a la llegada de las EVIL y adquirí una Sony A7II y tres ópticas con montura Sony E. Y aquí empezaron los problemas. Siendo objetivo, no puedo decir nada en contra de la Sony A7II, pero desde el primer día que la tuve en mis manos supe que no iba a ser “mi cámara”. De hecho, la cámara equipaba el mismo sensor que la D610 y añadía un sinfín de prestaciones que la hacían más cómoda y avanzada que la SLR de Nikon. Pero por alguna razón difícil de explicar, la Sony no provocaba la confianza que uno necesita tener en los instrumentos.

No basta con comparar datos, prestaciones, MTF o diagramas de resolución. Una cámara hay que sentirla como una prolongación de la idea de captar una imagen. Esto había ocurrido con las Nikon, con la Hasselblad 500CM, con la X-Pan o con la Sinar en el estudio. Ocurrió también con la Fujifilm X100 que aún sigue acompañándome a todas partes y me ha dado no pocas alegrías. Pero la Sony ha sido siempre para mi un simple instrumento de captación de imágenes, nada más. Alguien dirá: Bueno, esto no parece una razón para descartarla. De acuerdo, no es una razón, pero es suficiente como para no sentirse a gusto, además de que no todo debe tener una explicación.

Luego, a finales del pasado 2023, Nikon sacó al mercado la nueva Zf, una cámara EVIL Full Frame de 24MP con un aspecto retro, basado según el propio fabricante en el cuerpo de la famosa SLR de la marca, la Nikon FM2. En la Fig., 1 se aprecia como el tamaño es mayor en el caso de la nueva EVIL de Nikon y las similitudes son puramente cosméticas. La razón del aumento de tamaño la encontramos en el aumento del diámetro de la nueva montura Z respecto de la antigua F. Este diámetro crece porque al estar el sensor más cerca de la bayoneta, se evita así el viñeteado mecánico. Ello implica a su vez un aumento de la altura del cuerpo.

Quizá el mayor parecido entre ambos cuerpos de cámara es la torreta que aloja el pentaprisma en la FM2 o el visor electrónico en la nueva Zf. También hay un esfuerzo en mantener el aspecto de las distintas ruedas de ajuste (Fig., 2), aunque como es lógico cumplen con misiones completamente distintas en ambos cuerpos de cámara. Pero por aquellas cosas intangibles, la nueva cámara ha caído en mis manos como una nueva prolongación de mi sentir fotográfico.

Insisto, no hay ninguna razón objetiva que justifique esta adquisición y es por ello que no voy a describir diferencias ni prestaciones, que por otra parte ya se discuten en no pocos foros de debate. La nueva Zf “solo” tiene 24MP, así que tampoco por ahí podemos encontrar un asidero al que agarrearse para justificarnos. Quizá la pregunta es: ¿Es necesario justificarse? Sinceramente creo que no y por eso no lo hago. Siento mi nueva Zf como “mi cámara” y eso me basta. ¡Felices fotos!