La fotografía panorámica ha tenido siempre grandes partidarios y severos detractores. Entre los partidarios, la idea de captar un campo visual mayor que el percibido por la visión humana en condiciones habituales, se ha utilizado con diversos fines entre los que se cuenta el mostrar la grandiosidad de un paisaje. De hecho, el observador que no puede abarcar con una sola mirada un espacio amplio, utiliza el giro de la cabeza e incluso la posición del cuerpo para hacerlo, de modo que su percepción se amplía y el recuerdo permanece ligado a esta sensación de grandiosidad. Justamente la dificultad de verlo entero contribuye a la percepción de grandiosidad.
En general, el concepto de panorama en el ámbito fotográfico se ha referido siempre a esta ampliación del campo visual de la cámara y durante mucho tiempo ha estado limitado a tres opciones:
1.- Aumentar, desde el mismo punto de vista, el campo visual mediante el uso de un objetivo de longitud focal más corta y recortar posteriormente las partes superior e inferior del formato. Al margen de la pérdida de calidad por la ampliación necesaria, no tiene ninguna diferencia con la opción que se comenta a continuación.
2.- Utilizar una cámara con formato de película panorámico como la Fuji 617, la Linhof Technorama o la Hasselblad XPan. Estas cámaras, con diversos formatos de película proporcionaban imágenes con un campo visual mucho mayor en el sentido horizontal. Los formatos iban desde el 24x65mm de la XPan hasta los 6x17cm de la Fuji y la Linhof. Algunas cámaras de banco óptico permitían el uso de chasis de formato 6x12cm en rollo de película 120 o 220.
Las imágenes que proporcionaban estos dos sistemas presentaban, como es lógico una cierta exageración de la perspectiva en ambos extremos del encuadre ya que la toma se realizaba desde un único punto de vista y con una única visual principal que coincidía con el eje óptico del objetivo.
3.- La tercera opción consistía en cámaras de formato de película también panorámico pero en las que ésta se alojaba sobre un soporte curvado (Horizon y Noblex, entre otras). El objetivo de la cámara, con su punto nodal anterior situado en el centro de la circunferencia definida por la curvatura del soporte de la película, rotaba durante la exposición con un sistema de resorte mecánico o motor eléctrico. Al rotar el objetivo de la cámara, el eje óptico se encaraba a cada parte de la escena con lo que al aumento del campo visual se le unía una visión más natural de la perspectiva en términos de percepción.
El inconveniente de este último sistema radicaba en el hecho de que, en general, las imágenes obtenidas se copiaban y exhibían sobre soportes planos con lo que las líneas horizontales de la escena aparecían como curvadas en la proyección plana. Para evitar este efecto, debían realizarse las ampliaciones a un tamaño suficiente para poderlas montar sobre un soporte también curvado y situar el ojo del espectador en el centro de curvatura, consiguiéndose con ello una correcta percepción de las dimensiones relativas del contenido. Obviamente, este sistema de exhibición no se podía utilizar con facilidad, lo que reducía las posibilidades de una correcta observación de este tipo de imágenes.
En cualquier caso, los detractores de la fotografía panorámica esgrimían razones suficientes en ambos casos. Los sistemas 1 y 2 de película plana y objetivo gran angular presentaban una perspectiva distorsionada de los objetos situados en los extremos del encuadre, alejándose de la percepción de la escena real. El tercer sistema necesitaba unas condiciones de observación poco prácticas.
En realidad, no hay un acuerdo pleno en si a una imagen tomada con una cámara de película plana y objetivo angular fijo (alternativas 1 y 2) se le puede llamar panorámica. En este caso sería más propio llamarle imagen de formato panorámico. El calificativo de panorámica referido a la imagen es más correcto utilizarlo cuando la imagen se forma desde un mismo punto de vista mediante rotación del eje óptico (alternativa 3).
Actualmente, la utilización de cámaras de soporte de registro electrónico permite la toma de imágenes panorámicas por medio de la unión de varias tomas consecutivas mediante software. No me extenderé en los diferentes métodos que existen en el mercado ya que hay disponible mucha información al respecto. Sólo un breve recordatorio de algunas precauciones esenciales.
– Si el encuadre incluye objetos en primer término y/o si en la escena hay contenido de formas geométricas, es aconsejable utilizar algún mecanismo de soporte de la cámara que garantice que la rotación se producirá alrededor de un eje que pase por el punto nodal anterior del objetivo.
– En cualquier caso, con soporte a mano alzada, el solapamiento entre imágenes adyacentes debe ser generoso para facilitar el trabajo del software de unión. A este respecto algunos programas sugieren un mínimo de un 25%.
– Una vez determinada la profundidad de campo necesaria, el enfoque y el diafragma deben fijarse al mismo valor en todas las tomas para evitar disparidades de nitidez entre zonas de solapamiento que se supone deben tener el mismo contenido. El bloqueo del AF y enfoque manual es lo más aconsejable. La exposición se controla con el obturador.
– Si en la rotación se incluyen zonas muy dispares en cuanto a iluminación, hay que prever varias tomas para equilibrar luces y sombras mediante procesado de imagen manual o con herramientas HDR (High Dynamic Range).
– Si se piensa en utilizar una proyección rectilínea, debería tomarse siempre una serie de imágenes impar para poder utilizar la central como referencia del punto de vista del conjunto.
Al margen de estas precauciones, el aspecto que me parece realmente interesante del uso de software para formar imágenes panorámicas es la posibilidad de escoger el tipo de proyección que se utilizará en la imagen final de conjunto. Sobre todo para paisaje, una de mis preferencias es la que Adobe Photoshop denomina Reposition Only. En algunos textos se cita que la proyección utilizada en este caso está derivada de la llamada Mercator que se usa en multitud de mapas para representar la proyección de la esfera terrestre en un plano. Esta es la proyección que se ha utilizado en la imagen de cabecera de este post.
De cualquier modo y al margen del sistema utilizado, la proyección resultante no pone en evidencia una exageración de la perspectiva y traduce una percepción del espacio muy natural (a mi modo de ver). Por el contrario, con objetos de formas regulares o perfiles geométricos definidos, la unión de las imágenes muestra errores de unión con cierta frecuencia al utilizar este método. Lo que me parece interesante es que la imagen incluye un campo visual importante sin caer en la evidencia de la panorámica, de modo que cada porción de la imagen puede ser analizada por separado del mismo modo que lo hacemos en la realidad. Tenemos en mente un conjunto que se forma a partir de varias miradas.
Por otro lado, esta supuesta naturalidad permite centrarse en el encuadre, la distribución del contenido en el mismo y la visión que queremos dar de la escena. En el caso de la imagen que se muestra, el sol bajo de la tarde hace que las rocas del terreno proyecten sombras alargadas cuya dirección converge hacia el centro de la imagen donde se halla el barranco que baja hacia el valle y que remonta enfrente hasta llegar a la brecha de Rolando.
Las dimensiones reales del espacio fotografiado superan en mucho lo que podemos captar en una sola mirada y el sujeto es un firme candidadto a la fotografía panorámica. Si la imagen estuviese tomada con un objetivo angular que cubriese todo el campo visual, los extremos del encuadre mostrarían la exageración de su representación en perspectiva. Al tratarse de varias tomas en las que se orienta cada vez la visual principal, este efecto desaparece.
Este es pues, un claro ejemplo de como la elección de un determinado sistema de proyección contribuye a una descripción del contenido ajustada a la visualización del fotógrafo y en la que la dirección de la iluminación una vez montado el panorama contribuye a una lectura determinada de dicho contenido.